Al oído de los dioses

Pedacitos de emociones
Como grueso papel picado
Vuelan al crepúsculo
Rumbo a los montes
Encapuchados

Las sombras se hacen largas
Y sobre mi cabeza calva
Cae abatida una golondrina
Envenenada con el añil
Del anochecer despiadado

Las hojas del otoño
Hieren mi piel al caer
Su sonido, crujido de huesos
Es la señal final
Para lanzarse al precipicio
De una tristeza hermosa
De ojos calipsos

Es adiós repentino
De rayo, de granizo
Y en lo que hay de canto
Entre cenit y nadir
Me despedazaré
Para ser melodía
Agradable al oído de los dioses