Soledades

Si Dios hay uno solo,
¿No se siente acaso Él solo?
De primavera la flor primera
¿No llora acaso su anticipo?
La hoja del otoño caída
¿No se retuerce en su triste exilio?
El trino adolorido del gorrión
¿No es de su corazón queja profunda?
Cada taza y cada plato en el estante
Por la fría loza enmudecida
¿No siente también el abandono
Entre cada café y cada comida?
Y el lucero al alba que opaca
En su brillo esplendoroso
La luz de otras estrellas
¿No sufre silencioso su destierro?
¿No es el viento en su sonido
El soplo afligido de un flautista desolado?
La humedad helada del rocío manto
¿No es la huella del llanto de la noche?
El anillo en profundidades extraviado
¿No añora su anular dueño cuando brilla furtivo?
En la oscuridad taciturno el farol
¿No parece titilar en su oxidado aislamiento?
Y el grillo en su afilado canto asesino
¿No es de abatida y solitaria su voz elegía?
Charcas de desamparo y lluvia
Invierno clavado a un costado.

Y es que el dolor de la misantropía
El alma despedaza, asesina la alegría
Dolor mío, compañero de mis días,
De mis noches angustia sordomuda
Hiendes profundo más sabes dulce...